Vacaciones maternas

Dice que era una madre que entra en un instituto preguntando por la tutora de su hijo. Aparece la tutora y se meten en la sala de reuniones. Se sientan y la mamá empieza el diálogo: considera un fastidio que el niño tenga tantas materias para septiembre. Viene a que le digan cosas bonitas como, por ejemplo, que si el chaval estudia mucho, mucho, mucho las 6-asignaturas-6 que le quedan es posible que pase de curso (1º de la ESO). Dice que le va a apuntar a una academia porque a veces es mejor que las cosas se las diga un extraño y no ella. PERO... le gustaría que este verano su hijo se olvidase de todo durante una semana en que todos están de vacaciones en Asturias. Pide mi aprobación para no estar cada día encima de él.

No he podido evitarlo: se lo he prohibido. 

Mi discurso contenía un tú_sí_pero_tu_hijo_no  que, como era de esperar, ella entiende como un si_mi_hijo_no_entonces_yo_tampoco, así es que ella ha seguido repitiendo el suyo desde el principio. Yo, sin embargo, impasible, he seguido ejerciendo la proverbial autoridad que tenemos los profesores: ¡Prohibido! ¡Prohibidísimo no estudiar durante una semana!

Platón ha muerto. Todo está permitido.

Doxa-1 Episteme-0

Madres que no entienden cómo es posible que sus hijos no aprueben con lo que estudian en casa y lo bien que se portan, no dando ningún problema en clase, después de haber colaborado ellas mismas directamente en la elaboración de maravillosos trabajos convencidas de que van a compensar la larga serie de exámenes en los que no llegan al tres, sabiendo lo antipática que es la profesora con todos sus alumnos, que igual debería hacérselo mirar porque lo de suspender al 95% —los porcentajes los ha debido de calcular a través de una médium— seguramente es porque el fallo está en el profesor, con el poco tacto que tiene que va y les dice que les va a poner un cero sin más y que se va a quedar tan pancha, —mentira, señora— y que es su palabra contra la de la niña que nunca miente... etcétera. No os aburro con más detalles. Una argumentación tan racional como tantas otras que tantos profesores habéis sufrido y seguiréis sufriendo. De todo el debate absurdo sobre el tema os dejo la perla más grande, con la criatura delante: (N.E, 12 años, 1º ESO)

—No tiene una buena actitud frente al estudio. Las respuestas de este examen, por ejemplo, están mal pero cuando se lo corrijo (a ella individualmente) en lugar de tomar nota de los fallos insiste y dice que "eso es lo que pone en el libro".

—Hombre, yo de electricidad no sé nada, pero es normal que te diga eso porque la niña tendrá que defender su palabra, digo yo: defender lo que ella opina. Yo eso lo veo bien.  

Virtudes para enseñar: la solidaridad.

En cierto centro de secundaria de cuyo nombre no quiero acordarme se han propuesto enseñar valores, con dos cojones y al margen de lo que diga Platón sobre la virtud.

En esta ocasión en concreto se va a enseñar un valor llamado SOLIDARIDAD por parte del Sagrado Departamento de Orientación.

—Qué bien —pienso yo. —Con lo faltos de recursos que están mis alumnos, no les vendría mal aprender a apoyarse los unos en los otros.

La cosa, para mi cándida sorpresa, se desarrolla de la siguiente manera:

1. Sacan a los pequeñuelos durante una hora cualquiera. Una hora que a la chavalita que acaba de caer en el departamento de Orientación le venga bien. Matemáticas, lengua, MAE, o religión, no importa. La hora que pierdan de clase es lo de menos.
2. Les cuentan la labor de cierta ONG que llega al centro a explicar su historia de la mano de la susodicha chavalita.
3. Les ofrecen, junto a la charla, la posibilidad de asistir a un mercadillo solidario para que compren cosas. El mercadillo, claro está, se celebra en la biblioteca del centro porque para eso están las bibliotecas de los centros: lo mismo se pone un vídeo sobre acoso escolar que se lee el Quijote o se cuentan gilipolleces para Halloween. Todo vale.

Según la señora Orientadora esto está muy bien, los valores hay que enseñarlos y aprenderlos a estas edades. De paso, continúa la señora, se aprovecha la campaña de Navidad. Seguro que nuestros alumnos tienen algúm regalo que comprar. Qué mejor manera de comprar que hacerlo solidariamente. 

No me lo invento ni estoy extrayendo conclusiones personales: el argumento sobre la solidaridad en la compra está sacado directamente de la última reunión de tutores.

Si os cuentan que hay algo así como un "Departamento de Orientación" en los IES, repito lo que ya he escrito en otros posts: creedlo a pies juntillas. Haberlo, haylo. Lamentablemente.

Son-risas y son-lágrimas en el Departamento de Orientación

Estamos todos un poco hartos de la inutilidad de las reuniones de tutores con el Departamento de Orientación, pero asistimos. A mí me están empezando a entrar los siete males este año. Peor que inútil, me parece que alcanza todo ya el rango de estúpido. Hay días en que nos pide, por enésima vez, la hora que nos han asignado para la tutoría con nuestros alumnos. Una hora que está en nuestro horario y que ya le hemos dado mil veces. Es como si no quisiera mirarlo ella misma y de esa manera poder reunirnos a todos, para que se la dictemos pacientemente, uno por uno.

La ultima reunión fue de lo más surrealista que he visto en los últimos diez años en lo que a reuniones entre adultos se refiere (profesores o no profesores). Se desarrolló de la siguiente manera:

Profe_X se envalentona y hoy, por fin, le dice suave pero directamente —Por favor, no nos entretengas mucho que tenemos mucha tarea. Se nos echa la semana de evaluaciones encima.

Orientadora_X responde como si tal cosa —Uf... pues si yo te cuento lo que tengo...

Profe_X —Pues nada, nada. Por nosotros no lo hagas. 

Profe_Y, Profe_Z y yo misma, nos reímos abiertamente.

Profe_X —Perdonadme si me estoy poniendo muy nervioso pero es que de verdad que tengo mil exámenes por corregir.

Orientadora_X —No te preocupes. Ya ves que no me incomoda. Estoy acostumbrada a la presión.

Empieza a hablar la señora y descubrimos que está contando exactamente lo mismo de la semana pasada. Rápidamente le cortamos todos con un "ya tenemos esa información". Ella calla y se va a por el acta. En ese momento bromeamos con la idea de irnos corriendo antes de que vuelva. Pero vuelve antes de que terminemos la broma y ella comienza a redactar el acta mientras nosotros esperamos en silencio. Confieso que yo tenía la sensación de que se eternizaba en las frases que tenía que escribir. Cuando vamos a firmar bromeamos con el profe X y le decimos "tú firmas el último, por listo".

Profe X —Gracias, muchas gracias, orientadora_X, por la gestión que has hecho.

Casi me meo de la risa junto a los demás profesores. 

También, casi me muero de la pena.

Si en el instituto te dicen que hay un Departamento de Orientación, créetelo.

Haberlo, haylo.

Lamentablemente.

Creer o no creer. Así tenéis de triste a la ciencia.

Dos de las tres auxiliares de conversación del centro están preocupadas porque tienen que explicar cosas en las que no creen. Sin ir más lejos, la mismísima Teoría de la Evolución.

Al parecer, para rechazarla les parece más que suficiente el hecho de que los seres humanos no podamos "parir monos" o algo por el estilo, según me cuentan.

Como os podéis imaginar, la Santa Madre Iglesia está detrás de todo el asunto. Reconocen ellas mismas que "no creen" en la Evolución porque son, ambas dos, muy religiosas. 

Docentes a domicilio: es lo que hay.

Tenemos una alumna de la sección que va a estar de baja durante tres meses. Hoy he conocido al profesor que le han asignado para ayuda a domicilio. No sé cómo se llama la figura. Se ha puesto a mi disposición, a nuestra disposición, ha dicho, que le enviemos las cosas poco a poco. Ya empezamos mal, pienso yo.  Entonces sigo:

Yo: —Mi asignatura es tecnología, pero desde ya mismo te digo que hay cosas que no vas a poder hacer, como los trabajos del taller, en grupo.
Él: —Ah. Algunos profesores otras veces me dicen que igual tiene que hacer una estructura de canutillo o algo así.
Yo:—Ya, pero es que esas cosas se hacen para cultivar las habilidades del trabajo en grupo. No se trata de hacer trabajos manuales. Tú podrás ayudarle, eso sí, con la teoría. Ya te pasaré los temas del libro que vamos viendo de la parte teórica y los ejercicios.
Él: —Vale, vale. Bueno. Al ser en inglés, yo haré lo que pueda.
Yo:—¿Pero tú no eres bilingüe?
Él: —No.

Sobre los argumentos racionales y la racionalidad en sí misma

Asunto —Realización de una actividad extraescolar.
Problema aparente — Faltan profesores.
Problema real —DPYC: Desorganización Planificada y Colectiva.

Algunas frases gloriosas que se dicen a la hora de intentar solventar el problema:

—Cómo no se te ha ocurrido contar conmigo desde el principio, "con lo que yo te quiero a ti".
—Ésta no va porque no le sale de los huevos. 
—Nosotras vamos las dos solas porque nos apañamos bien, pero vosotras si queréis ir tres lo decís y a ver qué dicen [se refiere a dirección].

Los profesores que participan van o no van en función del amor que sienten los unos por los otros.

La organización depende de cada cual, dietas y alojamiento incluido.

Si alguna vez te dicen que en el instituto hay algo así como un "departamento de extraescolares", no les creas.